La prima vez - Salvador Briceño Lopez
La prima vez
Al comienzo no sabía cómo reaccionar ante su presencia, sabía que estaba ahí, a mi lado, quizás observándome, esperando que haga algún ademán, pero yo seguía quieto, con el cuerpo pesado empujando mi voluntad contra el colchón y los ojos muy fijos en la pintura descascarada del techo. Así fue como inició todo, no la pude ver, solo sabía que estaba ahí, el sudor frío salía por mis poros. Desperté de golpe ante la pesadilla, una pesadilla tan vívida y tan repetitiva a partir de ese día…
Ella me visita cuando quiere, sus manos frías me arropan este verano. Es una mujer joven sin rostro, sin sombra. Su tacto es suave, sus cabellos son largos, sus pasos frágiles y cadentes. La oscuridad es su mejor amiga y mi sueño es su carta de invitación ausente.
Sé que esto escapa de mis manos, que no hay razones que expliquen lo que estoy viviendo, pero mi curiosidad no se calma con cuentos que me dan mi abuelo o mi madre sobre la casa y sus anteriores propietarios. Que eran unos antiguos hacendados, que era una familia muy adinerada y que su apellido ya no se ha vuelto a ver en el país hace décadas…
Y de noche en noche la espero encontrar, al comienzo fueron tres veces a la semana, solamente se paraba a mi lado y me besaba. Hoy, mientras yo mantengo los ojos abiertos, mi boca no emite sonido alguno, ella se posa sobre mi entrepierna y se mueve lentamente, disfrutando de su cuerpo y jadeando suavemente como si cuidara que extraños no la oyeran. Sus cabellos castaños impedían que le observe el rostro, pero eso ya no importaba. Con la mezcla de miedo y excitación desisto de mis esfuerzos por moverme y me dejo llevar por la locura camuflada.
También hay noches que la espero, mas no llega. Siento la necesidad de su frialdad sobre mí, siento el temor de no volver a verla. Y cuando estoy cerca de olvidarla por completo, vuelve a aparecer…, me visita. Con los ojos cerrados siento la perilla de la recámara ser forcejeada, no me puedo levantar, pero sé que es ella. Sus pequeños dedos rozan mis cabellos desordenados, dice mi nombre arrastrando las sílabas y creo esbozar una sonrisa, me besa la frente y se va. Luego de un par de segundos despierto, algo exaltado, con la piel erizada, con muchas ganas de ir al baño, con la urgencia de salir del cuarto…
Mi vida transcurría con la monotonía de siempre, trabajo, papeles, amigos, novia, trabajo, papeles, novia, amigos, papeles, novia, trabajo, novia, familia, alcohol, amigos, trabajo, ruptura, alcohol, llanto, trabajo, alcohol… Pasaron las semanas y los meses, llegaron días en que no la pensaba, pero no había noche que no deseara sentirla de nuevo. Su figura anónima se apoderó de mí, y la curiosidad me arrollaba, mientras mis párpados hacían lo suyo. Muchas noches, mientras, la recordaba y jugueteaba con mi soledad en la oscuridad.
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SALVADOR BRICEÑO LOPEZ (Lima, 1998) Eterno estudiante y amante de todo tipo de arte. Relatos y poemas suyos están publicados en los libros compilatorios Amor, horror y otros placeres narrativos; Atmósfera sombría; 11 relatos sin final feliz; entre otros. Participó de Lucha Libro Lima en el año 2019 bajo el seudónimo de Nad. Creador de la página de Facebook Perdón si mentí.
*Este relato está incluido en su libro Sueños y carne (Edit. Poetas y Violetas, 2021)
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