La decisión de Alissa - Luis Navarro Vasquez
LA DECISIÓN DE ALISSA
Mientras Joaquín dormía, Alissa esperaba que el sueño la invadiera. Sacó el paquete de debajo de su lado de la cama, lo abrió y estudió su contenido. Se trataba de un revolver de uso común, estaba cargado y listo para disparar, tenía el cañón corto y una culata abultada y cómoda para sus manos pequeñas, «…el arma está cargada y lista, presionas el gatillo con fuerza y, una vez que empieces a disparar, no te detengas hasta que el tambor esté vacío, eso te dará tiempo para correr al refugio», le había dicho su esposo antes de salir.
(Fragmento)
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LUIS NAVARRO VASQUEZ (Chimbote, 1990) Trabaja como Consultor de Business Intelligence en diferentes empresas y aprovecha su tiempo libre para escribir y leer todo lo que puede con la finalidad de mejorar su técnica. Este es su primer trabajo impreso.
Esta narración se encuentra en el libro 11 relatos sin final feliz (VV.AA.; Edit. Poetas y Violetas, 2020). El autor participa en el libro con este relato y con "Little boy".
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—Buenas noches, mis amores, que descansen bien —dijo mientras les besaba la frente y le entregaba a su amada un paquete, le guiñó el ojo y le recordó cómo usarla en voz baja para que su hijo no escuche.
Una vez a la semana le tocaba el turno de la noche en el puesto de vigilancia del castillo, Alissa detestaba aquellos días, con él en casa se sentía tan segura que su ausencia por sí misma le impedía conciliar el sueño durante horas, siempre alerta hasta que el cansancio le ganara al miedo. A pesar de que no habían sucedido ataques desde hacía más de tres meses, el último se cobró la vida de la hija del carcelero, desde entonces, cada hombre cabeza de familia tenía que hacer un turno de vigilancia nocturna por una noche a la semana, era la única forma de salvaguardar sus hogares.
—¿Qué hora es, madre? —preguntó Joaquín mientras sobaba enérgicamente sus ojos adormecidos.
—Es hora de que te duermas, pequeño, ya has oído a tu padre. —Con un gesto de comprensión, Joaquín giró su cuerpo, tiró de las mantas y, dándole la espalda a su madre, se propuso dormir.
Alissa se había acostumbrado a compartir su lecho con su pequeño Joaquín, era necesario, era más seguro, las noches en las que a Daven se le ocurría hacerle el amor, ella siempre le recordaba que su hijo estaba en la cama.
—Pero está dormido —decía él mientras lo sacudía levemente.
Ella accedía más por deber que por placer, a veces disfrutaba del encuentro pero la mayoría ni siquiera estaba allí, su mente se trasladaba a asuntos que no tenían nada que ver con lo que su esposo le hacía.
Amaba a Daven pero había encontrado fuentes de placer más intensas y más íntimas que su sexo, las cuales prefería. Lo descubrió la primera noche que compartió con él. Tenía doce años cuando la prometieron y catorce cuando se casó. Aquella primera vez, cuando estaban a solas en la habitación, él la desvistió mientras a ella se la comían los nervios y la curiosidad, luego la besó en el vientre y su cuerpo entero se electrizó, cerró los ojos y dejó que su esposo hiciera con ella lo que ella no sabía que se podía hacer con alguien. Mientras lo recibía dentro suyo una y otra vez, Alissa trataba de aguantar las embestidas rápidas y fuertes que la llenaban de dolor y de placer, contenía sus gemidos de mujer mientras una sensación se acrecentaba en su entrepierna y se volvía cada vez más intensa a cada segundo, sentía que la invadía un gozo abrumador que estalló y la hizo gemir sin pudor.
Esa sensación no le era ajena, la experimentó por primera vez cuando tenía ocho años y jugaba a ser un jinete con un palo entre las piernas, nunca se explicó por qué era tan «divertido» jugar así hasta aquella anoche con su esposo.
(...)Mientras Joaquín dormía, Alissa esperaba que el sueño la invadiera. Sacó el paquete de debajo de su lado de la cama, lo abrió y estudió su contenido. Se trataba de un revolver de uso común, estaba cargado y listo para disparar, tenía el cañón corto y una culata abultada y cómoda para sus manos pequeñas, «…el arma está cargada y lista, presionas el gatillo con fuerza y, una vez que empieces a disparar, no te detengas hasta que el tambor esté vacío, eso te dará tiempo para correr al refugio», le había dicho su esposo antes de salir.
(Fragmento)
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LUIS NAVARRO VASQUEZ (Chimbote, 1990) Trabaja como Consultor de Business Intelligence en diferentes empresas y aprovecha su tiempo libre para escribir y leer todo lo que puede con la finalidad de mejorar su técnica. Este es su primer trabajo impreso.
Esta narración se encuentra en el libro 11 relatos sin final feliz (VV.AA.; Edit. Poetas y Violetas, 2020). El autor participa en el libro con este relato y con "Little boy".
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