El hermano - Carlos E. Luján Andrade


EL HERMANO

     Después de pensarlo por largo tiempo he decidido expiar algunas culpas, entre ellas está el recuerdo de mi hermano Alcibíades. Siempre lo consideré un hermano mayor aunque no lo fuera exactamente, de su vida solo queda mi testimonio; los otros, sus amigos o mi familia, nunca llegaron a saber toda la verdad. Tal vez yo tampoco la sepa, simplemente su existencia fue una serie de eventos desafortunados ocurridos por un impulso de supervivencia. Puedo dar fe de ello. Alcibíades nació con una enfermedad congénita que la arrastró toda su vida, mi mamá no hablaba de eso, simplemente decía que era por sus nervios; yo estaba enterado de lo que le sucedía. Era una punzada fuerte en el estómago que le molestaba de vez en cuando, algo crónico, pero que él aprendió a tolerar.
     Desde muy pequeño era tímido, no jugaba con sus amigos y menos hablaba con los demás, para mí su vida era algo inconclusa. Era demasiado pusilánime con el resto y su compañía la hallaba en su cuarto, en juguetes y libros. Siempre creí que esa actitud se debía a la enfermedad que ignoraba. La tristeza le impidió llevar con soltura y seguridad la adolescencia y puedo afirmar que sin mí, tal vez, nunca hubiera recibido su primer beso, hecho su primera declaración de amor o conseguido su primer trabajo. De alguna manera me sentía partícipe de sus acciones y reflexiones. Sé que me ignoraba, su soledad le daba poco tiempo para los otros y hasta para sí mismo. A mí esa actitud me era indiferente, yo sabía sacar provecho de la situación y el que no se percatara de mi presencia me permitía ayudarle y ayudarme a mí mismo. Cuando Alcibíades cumplió los veinte años sintió algo extraño en su vida, se dio cuenta que lo vivido no tenía demasiada explicación.
     Por ese entonces, él estudiaba en la universidad y comenzó a escribir su diario, creo que había leído los diarios de Amiel y de Charles Du Bos, en los que se pasaba madrugadas revisando página por página. Esas lecturas le motivaron a escribir sobre su vida, es así que el percibió detalles de su pasado que antes no había observado ni pensado, como el aprobar exámenes sin estudiar, recibir agradecimientos sin dar nada a cambio, tener el aprecio de gente con las que ni siquiera intercambió miradas, etc. En su indiferencia todo lo vio normal hasta que decidió escribir sus recuerdos donde todo se volvió confuso para él. Sentía como si una parte de su existencia simplemente no la vivió.

(Fragmento)

Carlos E. Luján Andrade
(Lima)


CARLOS E. LUJÁN ANDRADE (Lima) Egresado de Derecho en la Universidad de Lima, con estudios de maestría en Sociología en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ha publicado el libro El Comedio del Breñal (2016), el poemario bifronte Soundtrack / Miles de Misiles (2011), El Ángel Cansado, aforismos y microrrelatos (2017). También ha publicado los poemarios digitales El Mundo Inventado, Clase de Anatomía y El Descenso de la Realidad (2012). Fue director y coordinador de las revistas de ideas Lanceros (2007) y El Círculo de Tiza (2002-2004). Participó en el libro de relatos Amor, horror y otros placeres narrativos (Editorial Poetas y Violetas, 2016). 

*Relato incluido en ¿Quiénes abren las puertas? Once relatos de ficción (Edit. Poetas y Violetas, 2018). El autor tiene dos relatos en este libro compilatorio de varias voces. Más info del libro aquí. La obra la encuentras en librería en este enlace o con la editorial escribiendo a poetasyvioletas@gmail.com

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