Ellos ya no escuchan tus plegarias - Freed Guerra Velásquez
ELLOS YA NO ESCUCHAN TUS PLEGARIAS
Ese día la Tierra se dividió entre aquellos quienes al encontrarse en un lado de la tierra donde la mañana nunca llegó, creyeron despertar ciegos; pero fueron otros quienes vieron el lento y abrumador cambio en el cielo mientras este degradaba todas sus tonalidades de luz y color hasta llegar a una oscuridad muy superior a la del abismo más profundo de la tierra.
Ese día algo desconocido cubrió al planeta tierra con un manto de sombras que impidió que la luz solar volviese a penetrar más allá de la termosfera.
Solo contando accidentes causados por el miedo, esos primeros minutos las víctimas se contaron por millones alrededor del mundo, quienes murieron atrapados en coches, botes y aviones que no encontraron su camino en las tinieblas o aquellos quienes se vieron abrumados por la oscuridad y terminaron sufriendo muertes ridículas serían con el tiempo los seres más afortunados del planeta.
Durante las primeras horas de la crisis, los medios de comunicación dedicaron toda su programación a transmitir comunicados e información gubernamental que solo avivaba falsas esperanzas de una solución pronta mediante los datos e hipótesis que hombres y mujeres de ciencia daban por válidas y contundentes, los debates en internet así como las miles y posteriormente millones de teorías que se formulaban a cada instante no calmaron la ansiedad de una población que buscaba respuestas.
Un océano de voces y textos se extendía alrededor del mundo, aturdidos y sin saber a cuál de todas escuchar, la locura y el miedo se esparcieron en la misma medida en la que el fuego y la electricidad lo hacían, la humanidad se sentía atrapada pero segura bajo el cobijo de las luces artificiales de sus aparatos eléctricos y fogatas.
Pero los días pasaron y el sol brillaba.
La primera semana, millones renunciaron a los empleos por los que habían entregado décadas de sus vidas, el crimen y la represión policial por su parte convirtieron muchos centros urbanos en verdaderas zonas de guerra, una pequeña lucha entre el caos y el orden, la paz y la brutalidad, una lucha que terminó apenas llegó la segunda semana, puesto que las ciudades se consumieron en sangre y flamas que nadie apagó, incluso el vandalismo y los disturbios causados por aquellos que deseaban la muerte de los sistemas y la caída de los gobiernos, temblaban como niños, mientras el verdadero caos los golpeaba en la cara con el pasar de un tiempo inexistente.
Las economías cayeron en picada y las monedas de todo el mundo perdían su valor para el comercio, siendo utilizadas ahora solo como leña o proyectiles.
Iglesias y cultos se declaraban dueños de este fin de los tiempos, mientras sus templos eran abarrotados como no se había visto en siglos, personas desesperadas maldijeron este fin del mundo que ya había tomado la vida de salvos y pecadores por igual, pues el dios acusante de este apocalipsis sin comienzo ni final era más cruel e injusto que cualquier demonio odiado y temido desde el inicio de la humanidad.
Los hombres dedicados a la guerra dejaron de apuntar sus armas a la nada y abandonaron sus puestos, ya que incluso las guerras y el deseo de conquista habían muerto, claro, no sin antes haber detonado docenas de cabezas nucleares y haber disparado millones de balas hacia sus antiguos rivales.
(Fragmento)
Freed Guerra Velásquez
(Puno)
FREED GUERRA VELÁSQUEZ Nacido en la ciudad de Puno, autor del libro EL diario de Luna, tras ganar la edición puneña de Lucha Libro. Comunicador Social egresado de la UNA Puno, se encuentra estudiando una maestría en investigación y docencia universitaria mientras continua creando mundos y universos en páginas de Word.
*Relato incluido en Las dos caras de la Tierra. Relatos de ciencia ficción dura y ciencia ficción apocalíptica (Edit. Poetas y Violetas, 2017). El autor tiene cuatro relatos en este libro de dos narradores. Más info del libro aquí. La obra la encuentras con la editorial escribiendo a poetasyvioletas@gmail.com
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