A la sombra del queñual - Jonathan Flores Andía


A LA SOMBRA DEL QUEÑUAL

     Intimidante cual puma respondió con una pregunta:
     —¿Y esto servirá para matar a los pajaritos del canchón?
No supo plantear una respuesta. Había llevado la honda sólo porque le había pertenecido al Goyo y quien, sino Chano, para tenerla.
     —No, Feliciano, te decía si lo querías sólo para enviar guijarros al cielo.
     —¿Para qué al cielo?
     —Pues…
     La compungida cara de Aurora manifestaba un desconcierto absoluto. Temprano había encontrado el almizcle de la patrona derramado en el piso, y, aunque era poco probable que alguien reparase en la falta, sabía que era un indicio más del desahogo de Feliciano.
     —Ve a la cocina, mira que te he preparado algo delicioso.
     —¡Mentira!, cada vez que aquí hay algo bueno es para los patrones; y todo lo malo, para nosotros.
     —Mi amor es para ti…
     El horizonte en que se perdía la mirada del Chano era opaco; el sol, a punto de entrar al poniente, era débilmente percibido a causadel cielo gris. A esa hora, aproximadamente, ocurrió el ominoso atentado.
     —Al patrón no le gusta que estemos afuera, al atardecer —habló despacio Aurora mientras su mano derecha se posaba tiernamente en la coronilla del chico—. Además, dicen que hoy llamaránmás temprano de lo acostumbrado pues, dizque tienen que informar algo importante.
     —Anda tú, yo no me muevo.
     La vieja Aurora miraba con reticencia hacia el molino por donde aquella tarde, a esta hora, aproximadamente, entró el Careperro blandiendo el hacha con el que, sin mediar palabra, redujo al Goyo hasta dejarlo tieso en un charco de sangre.
     —La tierra es grande para los jóvenes como tú —dijo la vieja en son de ánimo—, pronto podrás ir a recorrerla a tu antojo.
     —Aurora, ¿ves aquel prado? —la vieja miró con esfuerzo hacia el lugar de los eucaliptos—. ¡Allá! —señaló el chico elevando el brazo en dirección al este.
     —No distingo nada, Chano, mis ojos hace mucho que ya no distinguen más allá del huerto o del queñual.
     —Antes podías ver todo hasta más allá de los eucaliptos o del pedregal donde viven las vizcachas, ¿verdad?
     —Es verdad, hijo, podía ver toda esta hacienda vestida de los más hermosos colores —respondió Aurora con aire de complacencia—, sobre todo en las primaveras —añadió.
     —¿Y qué veías más allá de todo eso?
     —Todo —dijo Aurora carraspeando con dificultad—, veía todo el mundo con sus gentes contentas andando de un lado a otro.
     —Y por qué no te fuiste.

(Fragmento)

Jonathan Flores Andía
(Cusco)


JONATHAN FLORES ANDÍA Nacido en Cusco, docente de literatura, dedicado a escribir cuentos, ya hace algunos años, y emprendiendo la difícil tarea de publicar y quemar naves literarias.

*Relato incluido en 'Amor, horror y otros placeres narrativos' (Edit. Poetas y Violetas, 2016). El autor tiene un relato en este libro compilatorio de varias voces. Más info del libro aquí. La obra la encuentras en librería en este enlace o con la editorial escribiendo a poetasyvioletas@gmail.com

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